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miércoles, 27 de febrero de 2013

Capitulo 4

Podía notar como la pastilla que le había metido en la cerveza le iba haciendo efecto y se quedaba dormido. Qué fácil de drogar era este chico.

Esperé a que estuviera completamente dormido y me aseguré moviéndolo un par de veces, cuando ya no hacía ruido lo dejé echado en el sofá y me puse a registrar la casa. Necesitaba encontrar un sitio donde guardar toda la mercancía que traía en el bolso, que no era poca.

Supe que Lute iba a ser la víctima perfecta en cuanto lo vi con sus amigos intentando vacilar esta mañana. Fue muy fácil, tanto como averiguar su casa y echar a sus compañeros de piso.

Cuando Cook me propuso este nuevo trabajo al principio me pareció extraño. Antes solo había trabajado para él y la banda como estafadora o chica de compañía, pero se veía que él cada vez confiaba más en mi y no era para menos, me había esforzado mucho en ser su chica de confianza, bueno en ser su chica. A él se lo debía todo desde el momento que me sacó de la calle. Gracias a él tenía un sitio donde dormir, una familia, alguien que me quería y podía me conseguía droga a cambio de mis trabajos.

Puede que a Cook a veces se le fuera al cabeza pero trabajar como traficante era muy estresante, era comprensible y más cuando teníamos a la policía tan cerca como desde hace un par de semanas. Nunca lo había visto tan preocupado en los 4 años que llevaba con él, por eso necesitábamos encontrar algunas cabeza de turco a la que manipular sin que se enterase para poder guardar parte de la droga e ir deshaciéndonos de ella poco a poco y vaciar el piso de Cook. Lute era parte de ese plan y un par de chicos más, para cada uno yo era alguien diferente, pero siempre Moka.

Después de registrar todo el salón y no encontrar ningún sitio donde pudiera esconder las bolsas sin que las encontraran me fui a lo que supuse que era su cuarto. Lo registré entero hasta que me di cuenta de que el suelo era de madera, busqué por la cocina algo con lo que hacer palanca para levantarlas. Me aseguré de no hacer mucho ruido aunque sabía que esas pastillas lo dejarían dormido por lo menos hasta la mañana siguiente.

Levanté algunas tablas del suelo y guardé las 4 bolsas de cocaína que había traído. Volví a cerrarlo, me terminé de vestir. Había quedado con Cook en el bar en media hora y ya iba algo tarde. Cook odiaba que llegara tarde y yo odiaba cabrearle.

Le dejé una nota a Lute y fui a ver a Cook. No quería tener problemas, otra vez.

domingo, 24 de febrero de 2013

Capitulo 3

-¿Me has seguido?

-No, tranquilo, no soy un ladrona ni nada de eso. Iba camino de mi piso y reconocí a tus amigos saliendo del tuyo y, bueno, decidí hacerte una visita para saber como llevabas la resaca.- Su voz no sonaba igual que en la cafetería, estaba como cortada, no dejaba de mirar a todos lados, sobretodo al suelo.

-¿Dónde está la chica segura de la cafetería?

-¿Dónde está el chico cortés de la cafetería?- Por fin me miró, su cabeza seguía baja pero sus ojos miraban  los míos.

-Perdona, ¿ Quieres algo?- Entré en la cocina para hacerme algo de café, o abrirme una cerveza, dicen que lo mejor para la resaca es beber de nuevo aquello que bebiste por última vez, y lo último que yo bebí fue
una cerveza, por lo menos que yo recuerde.

-No sé ¿a qué me invitas?- Se apoyó con los codos en la encimera haciendo que no pudiera mirarla a los ojos. Seguía jugando con la taza, era una que tenía de cuando vivía con mis padres, era blanca con todos los súper-héroes de Marvel pintados. Todos tenemos un lado friki ¿vale?
Saqué dos cervezas del frigorífico y le di una a ella.

-¿No has tenido suficiente alcohol?- Me dijo dado el primer trago.

-Nunca es suficiente, cariño.

-Eres gracioso.- Se rió, no entendía por qué, pero me daba igual, me gustaba su risa, era entrecortada.

-Sí tú lo dices. ¿Te gusta la taza?- Le pregunté saliendo de la cocina y poniéndome a su lado.

-Sí, vestido esta mañana con ese traje tan elegante no te imaginaba con una taza de súper-héroes.- Se quitó de mi lado y fue al sofá. Su movimiento de caderas me hipnotiza hasta hacerme resoplar.

-Es lo que tienen las primeras impresiones, no puedes fiarte de ellas, además, ¿cómo sabes que es mía?.-Le contesté sentándome a su lado en el sofá.  Tenía las piernas tan delgadas que aunque las tenía cruzadas no había sitio para la grasa.

-En un lado de la taza pone "para Lute".- Era verdad, la taza estaba dedicada, se me había olvidado, no pude evitar reírme.- ¿Cuál fue tu primera impresión sobre mí?-   Dejó de mirar la tele para mirarme, bebiendo de su cerveza con los ojos abiertos esperando mi respuesta.

-¿De verdad lo quieres saber? Puede que te duela oírlo.- Sí, eran unas tácticas de ligue muy débiles pero no se me ocurría nada más que hacer, me había pillado de improvisto que se presentara en mi casa.

-No creo, si tu primera impresión hubiera sido muy mala ya me habrías echado de tu casa ¿no?-Era lista y muy espabilada, quizás demasiado, así sería más difícil ligar con ella, estaba acostumbrado a chicas más tontas.

-Bueno, a lo mejor te estoy dando una segunda oportunidad.- En realidad estaba buscando la oportunidad de besarla.

-Déjate de tonterías. Contéstame ¿no?- Se acercó hasta la mesita que teníamos entre el sofá y la tele y soltó la cerveza. Su cara ahora estaba en frente de la mía y sus manos, que parecían de porcelana, se posaban nerviosas sobre sus flacuchas rodillas.

-La verdad es que lo primero que pensé es "vaya tía más guapa" por eso me acerqué a hablar contigo, bueno por eso y porque mis amigos me estaban diciendo que no tenía huevos de conseguir tu número.

-Gracias. Pues tus amigos tenían razón.

-¿En qué?

-No conseguiste mi número.

-Puede que no consiguiera tu número, pero he conseguido que vinieras a hacerme una visita a mi casa, creo que me compensa.

-¿Tú crees?-  Empezó a acercarse un poco más a mi, mis ojos miraban sus labios mientras los suyos dibujaban una sonrisa. Estábamos casi tocándonos las frentes.-y ¿Por qué te quedaste a hablar conmigo?- Su voz bajó un par de tonos, parecía susurrar pero no llegaba a hacerlo.

-Me pareciste una chica demasiado interesante como para no aprovechar la oportunidad.- Mi voz se igualó a la suya. Ella dejó de mirarme los labios para centrarse en mis ojos obligándome a hacer lo mismo aunque no quisiera.

Cerré mis ojos y la besé. Ya no podía resistirme y me había dado las señas de que ella también quería que esto pasara.

Dejé que mi mano sujetara su nuca y que jugara con su pelo liso. Ella me rodeó con sus brazos el cuello y se dejó llevar por mis intenciones.

La dejé caer en el sofá quedando yo encima de ella pero solo dejándonos de besar cuando le quité la camiseta. Sus piernas quedaban a cada lado de mis caderas  y sus manos se agarraban a mi espalda. No se me hizo difícil deshacerme de su sujetador. Su cuerpo era tan delgado como me imaginaba, pero no se le llegaban a notar las costillas. Me apreté contra sus grandes pechos mientras ella me quitaba los pantalones que acabaron junto a su ropa. Yo quise ir besando su cuerpo para llegar hasta el botón de los suyos pero me topé con su bufanda de rayas que me impedía continuar por su cuello. Fui a deshacerme de ella.

-Espera Lute.- Agarró con las manos la bufanda para que no se la quitara.

-¿Qué pasa?- Me quedé mirándola extrañado con las manos apuyadas a cada lado de su cabeza para poder sujetar mi cuerpo.

-No me quites la bufanda, por favor.- Había chicas que me habían pedido que no les quitara el sujetador o directamente la camiseta pero ¿una bufanda? no lo entendía.

-¿En serio? ¿Por qué? Es que así no puedo continuar bajando por aquí.- Con mi dedo índice fui acariciando sus labios, su mejilla y luego me acerqué a su cuello rozándolo entre la bufanda y la piel. Yo Tenía una media sonrisa y ella los ojos cerrados.

-Da igual, no me gusta que me besen el cuello, si no lo entiendes mejor lo dejamos, aunque creo que sería una pena. -Cuando continué jugando con su bufanda los abrió rápidamente y se incorporó un poco quedando mas cerca de mi, sus manos me quitaban los bóxer de la misma manera que yo intenté quitarle la
bufanda. Decidí dejarla.

Volví a centrarme en su boca, me salté el cuello y acabé en sus pechos. Mis manos los agarraban con suavidad.

Seguí el recorrido de su ombligo besando su vientre, mis uñas hacían lineas paralelas por su cuerpo, mi lengua jugaba con ella y sus dedos jugaban con mi pelo. Sus ojos negros se volvían blanco, mis manos podían fundirse con sus delgados muslos que ardían hasta que se derritió en mi para poder hacerla mía por completo.

Volví hasta sus labios con rapidez sin separarme de su cuerpo, era mía y le gustaba.  Sus brazos me rodeaban igual que los míos a ella. Se incorporó dejándonos sentados y luego me empujó para que fuera yo el que estuviera tumbado y ella encima de mi. Sabía lo que hacía, se le notaba, me imaginaba su movimiento cuando la veía mover as caderas al andar pero  no pensé que sería tan salvaje.

Sujetaba sus nalgas con mis dos nabas, aunque solo una de ellas estaba encima de mi pecho, la otra volvía a jugar con mi pelo, le gustaba hacer eso y a mi me encantaba que lo hiciera.

Su respiración cada vez era más acelerada, ella se acercaba a mis labios para que pudiera notarla pero no me dejaba besarla y eso hacía yo que me aceleraba mucho más.

Terminamos extasiados. Ella quedó sobre mi durante un rato hasta que se levantó y se ofreció a traerme una cerveza mientras yo encendía un cigarro para cada uno. Se sentó a mi lado y cambiamos los vicios. Yo bebía mientras ella se vestía, pero conforme me terminaba la cerveza me iba quedando dormido.

viernes, 22 de febrero de 2013

Capitulo 2


Seguí bebiendo mi café con su extraño sabor amargo y a la vez dulce, era raro, mientras, intentaba contactar con mis amigos a ver dónde habían ido sin mi pero al ver que no daban señales de vida supuse que ya estarían todos más que dormidos en el piso.

Vivíamos juntos, todo un piso de 3 estudiantes, todo un caos y un desastre, era una locura, pero eran mis amigos y nos aguantábamos, es más se podía decir que nos gustaba aquel desorden continuo.

Me levanté a pagar pero el camarero me dijo que Moka ya se había encargado de eso. Si me hubiera dado su número o alguna manera de contactar con ella hubiera sido la excusa perfecta para volver a verla, pero no.

Fui a casa con la imagen de aquella chica en la cabeza y con un mareo demasiado considerable encima, parecía que aquel café en vez de despejarme me había nublado aún más la vista.

El piso no estaba a más de 20 eternos y cansinos minutos de aquella cafetería, aunque estaba en un estado que no sabía se iba a poder llegar, cada vez me sentía peor y no le encontraba una explicación, esto no era un simple resaca.

Apoyándome en todo lo que me iba encontrando fui subiendo las escaleras del piso, estuve apunto de caerme en la primera y segunda planta, vivía en la segunda. La chaqueta me empezaba a sobrar, me estaba agobiando, necesitaba agua casi tanto como el oxígeno, que también me estaba empezando a faltar.

Abrí la puerta después de tres intentos y dos caídas de llaves. Solo quería mi cama, una garrafa de agua y una ducha no me hubiera venido mal, pero no sería capaz de entrar en la bañera. Me metí directamente en la cama.

Podrían ser perfectamente las nueve y media de la mañana cuando me quedé dormido en aquella atracción de feria que se había convertido mi cuarto. No soñé con ella, bueno no soñé con nada, o al menos no recuerdo haberlo hecho.

Eran las 8 de la tarde de un domingo demasiado corto para mi gusto cuando me levanté.

En aquel pisó que compartía con los 3 desesperados de mis amigos, había sólo tres dormitorios, por lo que ami me tocaba compartir el mío con Abel porque éramos los dos que no teníamos novia y bueno, ya os podéis imaginar la necesidad de los otros tener cuarto propio.

Me extrañó levantare y no verlo en la otra cama pero supuse que al haberse ellos acostado antes también se habrían levantado antes. Fui a el baño que teníamos en frente de mi habitación, había otro al final del pasillo en frente de la de Adri y Andrés. La cabeza me iba a explotar, solo quería ducharme con agua bien fría y despejarme un poco de todos los flashes que me venían de la noche anterior.

Salí de la ducha algo más relajado y con la mente más clara. Era raro no oír la tele, ni a estos tres discutir, como siempre. Cuando llegué al salón entendí por qué. No estaban en casa, en vez de a ellos encontré algo mucho mejor y, para que engañarnos, muy desconcertante. La encontré a ella, de pie, en frente de la barra de la cocina, tocando las tazas con delicadeza.

-¿Moka?- Podía esperarme cualquier cosa, pero verla allí en mi casa, después de la forma en la que esta mañana se había ido de aquella cafetería, eso jamás me lo hubiera esperado. 

-Buenas tardes, dormilón.- Estaba sonriente. La cara se le iluminaba y sus rosados coloretes resaltaban un poco más en su blanca piel. El pelo largo y marrón le hacía ondas por culpa de su bufanda de rayas, bufanda que contradecía su camiseta de tirantas pero no a sus pantalones altos de pitillo.

jueves, 21 de febrero de 2013

Capitulo 1


Ella era como un café frío por la mañana después de una noche de fiesta ese que está asqueroso y que siempre te prometes que no vas a tener que volver a tomar porque nunca te vas a volver a levantar tan mal pero que siempre vuelves a tomar porque cada fin de semana vuelves a caer y lo vuelves a necesitar para continuar. Así era ella, como una droga que necesitabas cada vez que sentías que no podías continuar, podías cometer locuras, excesos y no pasaba nada porque sabías que a la mañana siguiente, ella, iba a estar ahí tan amarga y fría, como el café.

La conocí un domingo, yo salía de fiesta, no podía ser de otro modo, y ella estaba desayunando en el bar donde me paré con mis amigos para terminar de eliminar el alcohol que aún quedaba en nuestros cuerpos. 

Estaba sola y, a pesar de que no hacía frío, llevaba una bufanda a rayas al rededor del cuello.

Cuando son las 8 de la mañana de un domingo, vas con tus amigos, aún borrachos, y ves a una chica tan guapa, como lo era ella, sola, sentada en un bar sólo hay una cosa que puedas hacer, intentar ligártela.


-Hola, soy Lute. - Me fui hasta su mesa como pude y me presenté.Le estiré la mano porque no estaba muy en condiciones para darle dos besos, pero ella ni se inmutó.


-Moka.- No levantó la vista de su café pero su voz fue tan cortante y seca que me dió la necesidad de conocerla.


-¿En serio? ¿Moka? ¿Y dónde está capuchino?


No fue un buen chiste, lo reconozco, ni muy oportuno, es cierto, pero juro que a la media botella de ginebra que aún llevaba encima le pareció lo más indicado. Al contrario que a ella, claro. No dijo nada, ni me miró, ni se movió, siguió con su desayuno como si yo fuera un mero fantasma o ni siquiera estuviera allí. A los pocos segundo me di cuenta de la idiotez que acababa de soltar así que intenté rectificar.


-Perdón, aún estoy algo perjudicado de esta noche ¿Puedo sentarme y acompañarte en tu desayuno? Creo que necesito un café frío.- Y en ese momento, después de mencionar aquellas palabras, por fin me miró.


-Moka no es mi nombre, así es como me llaman mis amigos porque es el tipo de café que siempre me pido para aliviar mi resaca.-  Levantó la cabeza, me miró y sonrió.


Puede que lo hiciera al ver mis pintas o porque le gustaba la situación, no me importaba, lo hizo y tenía una sonrisa preciosa. Como ella. Era una de esas chicas a las que no te importaría llevarte el viernes tras una fiesta y repetir el sábado. Puede que no sea la comparación más hermosa ni romántica de mundo pero no podéis pedir más de un chico como yo y de una primera impresión, no por lo menos hasta que la conociera más. Cosa que haría que me arrepintiera de haberme sentado aquella mañana a su lado.


-Puede que yo necesitaré  un poco de aquí a un rato. - Le devolví la sonrisa, bueno, en realidad, no se me había quitado desde que fui a saludarla.


Mis amigos me miraban incrédulos desde el unos pasos más allá de donde estábamos, se reían y comentaban la situación. Les hice un gesto para que se fueran y Moka se dio cuenta de su presencia pero en vez de decir algo acompañó a mi geste invitando también a mis amigos a irse.


-Así que estás de resaca ¿No? -Le pregunté sentándome.


-No, no es café, es solo té. -Me dijo enseñándome el contenido de la taza.- Pero por lo que empiezas a cerrar los ojos deduzco que tú sí.


-No me vendría mal.- La verdad es que la cabeza comenzaba a dolerme y el sol se convertía en algo más que en una simple molestia.


Moka se levantó y se acercó a la barra, me trajo un café que estaba bastante bueno. Era algo fuerte pero con un poco de sacarina daba gusto.


-A ver si lo adivino ¿Moka? -Dije bebiendo. Levantó su taza como si me brindara y bebió sin contestar. Me lo tomé como un sí.


No había mucha conversación pero yo necesitaba saber algo más de ella.


-Entonces ¿Anoche no saliste?


-No, trabajaba.


-¿De qué trabajas?


-Estafadora, traficante, asesina... lo que me pille, aunque anoche me tocó de camarera.- Bromeó.


-Oh...Camarera...Que mal rollo...-Dije intentando seguirla la broma.


Estaba claro que mi humor no le hacía gracia.


-Lute, ha sido un placer hablar contigo, pero tengo que irme.-Dejó la taza sobre la mesa.-Nos volveremos a 

ver.

-No sé, tal vez si me das tu número o algo.


-No era una pregunta. Hasta pronto.- Sonrió y se fue.


No podía quitar mi vista de ella mientras se marchaba. 


Tenía algo. A pesar de que fuera cortante, distante, era enigmática, algo fría, segura de sí misma. No parecía una buena chica, una buena compañía.


 Necesitaba volver a verla.