Ella era como un café frío por la mañana después de una noche de fiesta ese que está asqueroso y que siempre te prometes que no vas a tener que volver a tomar porque nunca te vas a volver a levantar tan mal pero que siempre vuelves a tomar porque cada fin de semana vuelves a caer y lo vuelves a necesitar para continuar. Así era ella, como una droga que necesitabas cada vez que sentías que no podías continuar, podías cometer locuras, excesos y no pasaba nada porque sabías que a la mañana siguiente, ella, iba a estar ahí tan amarga y fría, como el café.
La conocí un domingo, yo salía de fiesta, no podía ser de otro modo, y ella estaba desayunando en el bar donde me paré con mis amigos para terminar de eliminar el alcohol que aún quedaba en nuestros cuerpos.
Estaba sola y, a pesar de que no hacía frío, llevaba una bufanda a rayas al rededor del cuello.
Cuando son las 8 de la mañana de un domingo, vas con tus amigos, aún borrachos, y ves a una chica tan guapa, como lo era ella, sola, sentada en un bar sólo hay una cosa que puedas hacer, intentar ligártela.
-Hola, soy Lute. - Me fui hasta su mesa como pude y me presenté.Le estiré la mano porque no estaba muy en condiciones para darle dos besos, pero ella ni se inmutó.
-Moka.- No levantó la vista de su café pero su voz fue tan cortante y seca que me dió la necesidad de conocerla.
-¿En serio? ¿Moka? ¿Y dónde está capuchino?
No fue un buen chiste, lo reconozco, ni muy oportuno, es cierto, pero juro que a la media botella de ginebra que aún llevaba encima le pareció lo más indicado. Al contrario que a ella, claro. No dijo nada, ni me miró, ni se movió, siguió con su desayuno como si yo fuera un mero fantasma o ni siquiera estuviera allí. A los pocos segundo me di cuenta de la idiotez que acababa de soltar así que intenté rectificar.
-Perdón, aún estoy algo perjudicado de esta noche ¿Puedo sentarme y acompañarte en tu desayuno? Creo que necesito un café frío.- Y en ese momento, después de mencionar aquellas palabras, por fin me miró.
-Moka no es mi nombre, así es como me llaman mis amigos porque es el tipo de café que siempre me pido para aliviar mi resaca.- Levantó la cabeza, me miró y sonrió.
Puede que lo hiciera al ver mis pintas o porque le gustaba la situación, no me importaba, lo hizo y tenía una sonrisa preciosa. Como ella. Era una de esas chicas a las que no te importaría llevarte el viernes tras una fiesta y repetir el sábado. Puede que no sea la comparación más hermosa ni romántica de mundo pero no podéis pedir más de un chico como yo y de una primera impresión, no por lo menos hasta que la conociera más. Cosa que haría que me arrepintiera de haberme sentado aquella mañana a su lado.
-Puede que yo necesitaré un poco de aquí a un rato. - Le devolví la sonrisa, bueno, en realidad, no se me había quitado desde que fui a saludarla.
Mis amigos me miraban incrédulos desde el unos pasos más allá de donde estábamos, se reían y comentaban la situación. Les hice un gesto para que se fueran y Moka se dio cuenta de su presencia pero en vez de decir algo acompañó a mi geste invitando también a mis amigos a irse.
-Así que estás de resaca ¿No? -Le pregunté sentándome.
-No, no es café, es solo té. -Me dijo enseñándome el contenido de la taza.- Pero por lo que empiezas a cerrar los ojos deduzco que tú sí.
-No me vendría mal.- La verdad es que la cabeza comenzaba a dolerme y el sol se convertía en algo más que en una simple molestia.
Moka se levantó y se acercó a la barra, me trajo un café que estaba bastante bueno. Era algo fuerte pero con un poco de sacarina daba gusto.
-A ver si lo adivino ¿Moka? -Dije bebiendo. Levantó su taza como si me brindara y bebió sin contestar. Me lo tomé como un sí.
No había mucha conversación pero yo necesitaba saber algo más de ella.
-Entonces ¿Anoche no saliste?
-No, trabajaba.
-¿De qué trabajas?
-Estafadora, traficante, asesina... lo que me pille, aunque anoche me tocó de camarera.- Bromeó.
-Oh...Camarera...Que mal rollo...-Dije intentando seguirla la broma.
Estaba claro que mi humor no le hacía gracia.
-Lute, ha sido un placer hablar contigo, pero tengo que irme.-Dejó la taza sobre la mesa.-Nos volveremos a
ver.
-No sé, tal vez si me das tu número o algo.
-No era una pregunta. Hasta pronto.- Sonrió y se fue.
No podía quitar mi vista de ella mientras se marchaba.
Tenía algo. A pesar de que fuera cortante, distante, era enigmática, algo fría, segura de sí misma. No parecía una buena chica, una buena compañía.
Necesitaba volver a verla.
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